La Cruda Realidad
La verdad, si os soy sincero, me costó mucho comenzar a escribir este artículo porque es complicado, ¿qué fue lo más impresionante? ¿Cuál lo más gratificante? ¿Cuál me marcó más? Sinceramente me cuesta recordarlo, lo primero porque tengo una buena cualidad que es la de “borrar” de mi mente la mayor parte de las intervenciones, ya sean buenas ó malas.
Gratificante creo que es siempre, sea para la víctima como para la familia. Me explico, por ejemplo, en muchas ocasiones me tocó bucear y rastrear en el mar, en algún pantano, río… la localización y rescate de un cuerpo de alguien que por el infortunio de la vida, se quedó ahí. Cuando acude la unidad de buceo, no es una intervención que requiera una urgencia extrema como puede ser un accidente de tráfico ó un incendio, se sabe que esa persona está ahí, esperando a ser rescatada pero su vida ya no está. Sí es una urgencia, como todo rescate, la sensación al llegar al lugar y ver a su familia a pié de acantilado ó a la orilla de un pantano, observando cómo nos terminamos de equipar con miradas de “por favor, volver con mi hijo, hermano, padre, ….”. Hay veces que se puede prolongar varios días, por condiciones del mar, de la visibilidad, de las corrientes…etc y cada vez que sales del agua, tratas de no hacer contacto visual con todos esos ojos esperanzadores de la familia y amigos que están esperando respuestas.
Muy distinto son los accidentes de tráfico, pues el tiempo corre siempre en contra de las víctimas. Os prometo que, tan cierto como que me llamo Fernando, que desde la recepción de la llamada en el parque de bomberos, hasta que sale el camión, rara vez supera los 2 (dos) minutos. Es muy cierto, que es un camión de bomberos, que corre lo que corre, que mucha, MUUUUCHAAAAA gente siempre hace caso omiso a las luces prioritarias y sirenas (y os garantizo que suenan y mucho).
Cosas que marcan son por ejemplo, cuando estás hablando con esa persona accidentada tratando de desviar su atención hacia ti, para evadirla de la situación que en ese momento la rodea, evitar que vea lo que ocurre a su alrededor. Muchísimas veces, me he quitado mi casco y mi guante para estar de la manera más humana y cercana a esa persona y que sienta el contacto de mi mano, y sentir como te aprieta, como se aferra a ti pidiéndote por favor, que le saques de ese amasijo de hierros. Te vuelcas totalmente, tratas de animar, de hablarle…etc mientras tus compañeros excarcelan el coche, cortan chapas, quitan hierros mientras los compañeros sanitarios hacen por otro lado su trabajo, vías, oxigeno, inmovilización…
Es el maldito momento cuando con los cilindros hidráulicos separas el salpicadero del coche que está sobre la víctima cuando ves que esa persona nos deja, se nos va después de aguantar firme y serena….es doloroso.
Recuerdo otra intervención, en este caso un motorista, que nos encontramos de forma fortuita al regresar al parque de bomberos. Vimos dos motos totalmente empotradas contra el guardacarril. Pues lógicamente, paramos por si necesitaban alguna ayuda nuestra. Mientras uno de los bomberos se dirigía al Guardia Civil que regulaba el tráfico, yo me acerqué a las motos y cuál fue mi sorpresa, cuando vi a unos metros de la moto AL MOTORISTA!!! tirado en el suelo sin que nadie lo atendiese.
Salté el guardacarril con la idea de que estaba fallecido, pues estaba inmóvil y callado… pues mi sorpresa no terminó aquí, pues este chico ESTABA VIVO!!!.
Al notar que estaba a su lado, empezó a quejarse que le dolían las piernas, piernas que no tenía. El impacto contra las patas del maldito guardacarril, se las había amputado. Al ver esta situación llamé a mis compañeros y comenzamos atender a este chico, que ya de entrada, no tenía el casco puesto (hoy por hoy no sé el por qué).
Mis años como sanitario en uvi móvil, ambulancias, socorrista, etc te hacen coger otro tipo de experiencia. Llame a nuestra central en el 112 y solicité una uvi móvil urgentemente debido a la gravedad de las heridas.
A los pocos minutos me llamó el médico de guardia en la UVI y me dijo que de inmediato se pusiera un torniquete en cada pierna (torniquete improvisado con los cinturones del pantalón de los dos motoristas de Tráfico que habían llegado).
Cuando llegó la uvi móvil con el equipo médico, el chico ya estaba inmovilizado con un collarín cervical, oxigeno y los torniquetes.
No recuerdo su nombre, pero recuerdo esa frase que me dijo…
“tengo a mi hijo de 4 años en casa esperando a jugar al futbol cuando llegue” Escuchar esto…cuando a unos metros detrás de él estás viendo su bota, con la masa muscular, tibia y peroné dentro de la bota, tienes que lidiar ese toro como sea.
Al cabo de varios meses, en otro siniestro, coincidí con un ex compañero D.U.E. de la uvi móvil y me preguntó que quien había estado en ese accidente (el de la moto). Le dije pues mi guardia y yo. Me pudo transmitir lo eternamente agradecido que estaba por cómo le atendí desde el mismo momento que me acerqué a él.
Este puede ser uno de los casos en los cuales te sientes gratificado por sus palabras, que es mi trabajo nada más, pero que en toda aquella situación y al cabo de meses se acuerde del trabajo bien hecho, gratifica.
Otro caso gratificante fue en un incendio bastante importante de un edificio antiguo de 4 plantas, que ardió por completo y colapsó. Los propietarios que por suerte no estaban, al terminar de extinguir el fuego, se nos acercaron a dar las gracias y bueno…tímidamente nos dijeron si sería posible “rescatar” de un lugar concreto una pequeña caja con 30.000€ en metálico de la venta del mes de su negocio. Sin dudarlo, después de estar más de 18 horas de extinción, nos volvimos a equipar y nos metimos colgados con los arneses desde la autoescala por el hueco vacio del edificio, pues solo quedó la fachada. Bajamos hasta donde nos indicaban que podría estar dicha caja y efectivamente, se les recuperó. Fue un día 6 de enero… Siempre vamos a tener historias que nos marquen para bien ó para mal.
Por Fernando Yedra Gancedo
0 Comentario/s Comentar